miércoles, marzo 01, 2006

Brokeback Mountain


Brokeback Mountain
Lo masculino como forma de amor



La mayoría de los círculos de homosexualidades exportados por el libre consumo norteamericano, exhibe el deseo “village people”, de las pornografía sexualizada a partir de masculinidades extremas, hombres bronceados, en su mayoría miembros de un ejercito orgiástico, marineros afilados en sus camisas blancas quitadas a tirones por algún policía negro manoseándose todo la historia de un porno que durante años alimento la imaginería de la homosexualidad sudamericana, que veía, - y veíamos-, el virtuosismo de semen, mas acabada, penetración y quejido en ingles. Después vendría las caritas adolescente de Europa, y las creaciones flácidas y lateras de estos países fríos. Cuando fui espectador de Brokeback Mountain, algo de eso esperaba, algo de ese quejido, algo de esos cuerpos que como canon de belleza neoliberal se imponen desde los grupos que han maqueteado y falsificado todos los limites del deseo, de la banderita arco iris, de la caída sensual del pantalón bordeando los Calvin Klein, y todo ese discurso televisivo, de las salidas de closet, del gays de barrio alto, del perrito, del bellas artes, etc y etc.

Fui espectador de esta película de Ang Lee, desde ese lugar, desde ese mito, y ya iba con cierta distancia al observar según yo, la desaforada relación amorosa de dos cowboy entrelazados en un espasmo de orgasmos lacteados desde las montañas, imaginaba escenas de recuerdos pornos, entre botas rudas, caballos, y miradas afeitadas con rabia, pero fue otra cosa la que observe desde el cine, con un público que en su mayoría, formaban una disco gays, donde las parejas y amigos, se reían, gritaban, chillaban, se frotaban entre ellos, en ese Bokara and Fausto de los chillidos alegóricos que permitían el candestinaje oscuro del cine. Yo no iba con novio, ni con amigos de tribus histéricas del gays power, iba con mi mejor amiga, comía helado de fresa mas chocolate, y se me iba chorreando despacito mientras trataba de leer los diálogos casi vacíos de los vaqueritos sexones. Yo estaba absolutamente convencido que no me podía gustar esta nueva banderita de lucha desgastada y latera que mis pares de deseo estaban utilizando como gesto de reivindicación, para mostrarse, masturbarse y exhibirse desde el ridículo deseo impuesto por poderes fálicos que ellos aceptan, y gozan sin entender que es parte de la negociación del deseo, de la transacciones del corazón por la diferencia, entrar a estos círculos, de comer cabritas esperando el frote gays en pantalla gigante, o verse y reírse de canciones homofóbicas en sus discos luminosas, aceptando como la televisión caricaturiza, sus dolores, su amor, su forma frágil y triste de amar clandestinamente en los cerros olvidados del país. Porque algo de Brokeback Mountain, hay en el cerro Santa Lucia, en el cerro San Cristóbal, en las esquinas oscuritas detrás de un disco secreta, o encima de algún auto perdido de una carretera sin luces, lejos de la farsa glamorosa, afeminada, exuberante que el neoliberalismo dibuja de lo homosexual, como alguna vez satirizo con la plaga del Sida, durante los ochenta.

Con mi amiga Mariela, recién llegada de Barcelona, había, debo reconocer, cierta complicidad, al ver la película, sin querer los dos, nos mirábamos cómplices con las primeras miradas seductoras de los chicos de la montaña, y ella me comentaba que lentos eran los vaqueritos para domesticarse, porque entre los días y las ovejitas perdidas, todavía no consumaban su amor enrabiado en las cumbres de las montañas. Pero, todo esto, era otra historia, todo esto, era un prejuicio enervado frente a una película supuestamente de corte homosexual, que yo me negaba abanderizar por el arco iris del discurso facilista de lo gays como estética de consumo, alejado de todo esas formas y lenguajes, de todo los lugares comunes de ver a los chicos violentos amarse en la montaña, me encontré frente a imágenes sutiles, frágiles y masculinas al mismo tiempo, jugando con una dirección maravillosa de Ang Lee, que desde los prados perdidos de “Sensatez y sentimientos” no recordaba una historia de amor, que iba ardiendo desde la pantalla gigante del cine, a mi corazón de espectador inadaptado.

Recordé por momentos, The Hours esa película que entrelazaba a Virginia Woolf con su propia novela magistral Mrs. Dalloway, de esta mujer que en los años dorados de los cincuenta sentía una vida prestada e impuesta de dueña de casa, y madre, que en realidad no había elegido y amaba secretamente a su vecina y amiga, todo esto, a la vez sobre otro plano escritural, basado a su vez en la novela de Michael Cunningham, que interponía los 3 planos narrativos, en esta película, que es, la perfección fílmica, según mi criterio vedado por la subjetividad de la poesía, tres maravillosas actrices, asustadas, conmovidas, mas cerca de su propia muerte que de su propia vida, llena de fantasmas y miedos, y deseos, que rozaban la fragilidad de amar a un otro mujer, asustadas, infelices, las tres protagonistas de esta bella película de Stephen Daldry, trabajaban bajo unos diálogos hermosas, unas actuaciones magistrales, una fotografía delicada, y una música conmovedora, trabajan lo femenino desde todas sus formas, detalles de primerizos primer planos absolutamente femeninos, como flores por comprar, colores, olores, sabores, comidas, cocina, perfumes, vestidos, pelo, espejo, y cada detalle que nos hacia volver lo femenino sobre la imagen. Hago esta comparación nostálgica, porque al momento de ver la rudeza fílmica, y la fotografía desértica de las montañas, pude sentir que si en The Hours, el mundo femenino se representaba en sus imágenes, en Brokeback Mountain, el universo de la imagen, los dialogos, la forma de amar, era desde lo masculino, que maravillosamente según mi búsqueda como espectador, no alcanza los lugares homosexuales; el amor de los dos chicos era absolutamente masculino, mas masculino que cualquier otra historia de amor homosexual, y no porque ambos sean referentes machos de cowboy sino porque ambos, cargaban marcas de inseguridades, frente a un amor que surgía desde la necesidad, desde la inexperiencia de amarse sobre un otro cuerpo idéntico, sobre la homo erótica de un espejo, que los reflejaba perdidamente enamorados, pero también concientes del miedo, la perdida, y el abandono.

La historia de un amor imposible, de dos vaqueros que cada cierto tiempo, bajo la imposibilidad de amarse en publico, se amaban desesperadamente entre las montañas alejados de todos los contratos sociales, de todas las prohibiciones culturales y morales, que los hacia entrelazar sobre sus cuerpos la categoría desesperada de un amor clandestino, y es quizás ahí, donde la película me sorprendió, por la sutileza de este romance a escondidas, de estos amores forzadamente silenciados, sean del genero que sean. Los dos protagonistas bajp una seducción masculinizada, hermosamente masculinizada: hebillas de pantalones, botas, miradas perdidas y románticas, marcas del sin afeitar, abrazos, juegos, golpes, sangre, mordeduras, besos, hacían del film una especie de cadena de amor que se volvía indescifrable y desesperada, para los espectadores que veíamos como sus otros vidas seguras y heterosexuales eran un paralelo para ese romance infernal, de los vaqueros, que se amaban y se lloraban, desde el miedo a atreverse a vivir juntos, desafiando las fronteras de la discriminación brutal de esos años.

La película basada en unos cuentos de Annie Proulx, de dos chicos de los sesenta, que tiene un romance de verano, logra el clímax, cuando después de cuatro años se reencuentran, y se dan cuenta de la necesidad histérica de su amor, los besos con rabias, las rudezas de sus cuerpos, las miradas cómplices, las sonrisas perfectamente masculinizadas hacen que la película surge como una bella posibilidad de búsqueda en un amor, que a pesar de lo que yo creía, y a pesar de la indumentaria neoliberal, de los vaqueros como sex símbolo gays, surgen mas allá de esas formas, para mostrarse también débiles, también y muchas veces niños, al enfrentar su bella historia de amor. Ese amor imposible, del aceptarse, pero negarse por otras fuerzas externas, hace que por momentos, los diálogos, los cruces, de los chicos afligidos, con la voz entrecortada por el llanto, como rompiendo los desborde de que “los chicos no lloran”, menos estos machos espectaculares de caballos, y pescas, y whisky, y chicas, pero estos, dos chicos, si lo hacen, si lloran desde las montañas perdidas y si se aman, donde nadie los vea, donde nadie los encuentre frente al amor mas grande de sus vidas.

Por eso me gustaría entender este film, como un poema masculino de la imposibilidad de amor, sin adjetivos homofóbicos, aburridos, y ridículos, porque no quiero entender Brokeback Mountain, como la historia de “vaqueros gays” sino como la historia de amor de dos hombres que se deben amar desde el silencio idílico de esas montañas. Es por todo esto, que salí del cine, no sintiendo que era una gran película, pero si una gran historia de amor, por lo masculino de sus rabias, y no por la bandera de lo homosexual de las militancias aburridas. Entender esta película como una historia de amor, mas allá de los géneros, los territorios y las formas. Brokeback Mountain, le dije a mi amiga Mariela, antes de irnos, necesito tiempo, tiempo para pensarla, y tiempo para escribir algo. Brokeback Mountain, lo masculino como forma de amor.

4 Comments:

Blogger Leonardo said...

no he visot brockback mountain, quizas sea que debo salir mas. pero sin embargo me atrae esa historia, la masculinidad del asunto, y no me refiero a una masculinidad inventada de baño de colegio, sino una masculinidad real, insegura, debil, pero que lo oculta bien... se entiende? no creo que brockback mountain sea la romeo y julieta gay... pero si quizas la color purpura, algo que mas alla de su historia de amor retrata ciertas cosas que por mas que las hablemos parecen no quedar claras...
se entiende? no se son las 5 sorry no toy funcionando afull mañana le escribo y le hago promo

11:37 p. m.  
Blogger cosmicolor said...

Yo todavía no veo la pelicula Gatins ... pero ya la estoy odiando antes de verla... ver ke todo lo transforman en moda... viendo ke de cualkier pelicula solo la gente saca la imagen y no entiende o recuerda la historia... viendo ke después de ver Titanic mil amigos kerian subirse a barcos... después de ver Matrix aparecieron mil tipos con abrigos negros y lentes oscuros .. y ahora viendo ke todos kieren ser vaqueros pk es LO top... ^^' andar por los cerros y montar caballos de a 2 dandose besos arriba .... ^^' ... deberian ponerle "Vaqueros gays" .. ^^'... pero bueno, por más ke pele la pelicula sé ke al final me gustará cuando la vea... pk me gustan los dramas... esas historias sufridas ke provocan lagrimones salados... y claro, viendo el lado superficial, da gusto ver a chicos lindos dandose duramente en paisajes lindos jajajaj XD ..... si fueran feos.. o sea , como vaqueros reales... sería el mismo efecto? XD .... tb me preguntaba el otro dia, le preguntaba a unos amigos, si esos actores , hacen una pelicula media homofóbica después ... brokeback perdería la magia? XD ... pk esos pobres actores ya son idolos gaysss... están por poner sus caras en esa banderita arcoiris del orgullos gaysss .... XD ...

yaa ... eso , me voy ... chau gatins!! ... leí todo .. y me registré a blogger solo para dejarle este mensajito ^^' XD

soy su fan Nº1 ke no se le olvide! XD bye! XD

12:25 p. m.  
Blogger Millantu said...

Yo la ví entre medio dormida/medio despierta: 1.- Porque como suele pasarme el voyerismo me nace y veo películas de amor; y 2.- Porque el morbo siempre está, y si s algo nuevo en "trama homosexual" mejor aún.

Me gustó, aunque esperaba más.
La tomé como una de las muchas historias de amor en el cine, solo que esta era entre dos hombres, no sé si es un avance o un retroceso para alguna religión extraña, lo que sí sé, es que con esta película, la gente que todavía no se acostumbra al amor de persona a persona, entenderá una vez por todas que es válido igual que cualquier amor que se puede entregar.

Saludos Diego, no tuve tiempo de leer su texto enterito, mañana lo leo bien y posteo mejor, ahora solo quiero dormir. Bisous.

Gabi.

6:26 p. m.  
Blogger Ange Supernova said...

Brokeback Mountain me dolio, porque es terriblemente triste, porque es amor imposible de la peor clase y porque Heath Ledger logra que le creas todo, y me dolia el estomago verlo arrancar sus lagrimones gruesos, salidos a tientas de esos ojos de hombre encadenado a algo que lo supera...
me paso que, ademas, vi Brockeback despues de esa otra pelicula de amor llamada Orgullo y Prejuicio... tenia un sin fin de sentimientos dando vueltas en la cabeza a causa de ambas, puro pensando en la forma en que el amor puede ser llevado al cine de forma clara, bella, sin estereotipos, con silencios sutiles...

que lindo que escribe Gat, debo decirlo ademas, hay algo en lo que escribes que siempre toca alguna fibra sensible en mi...

cheers!!

8:15 p. m.  

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