Yo conocí a Jeremy Irons en bicicleta

Yo conocí a Jeremy Irons en bicicleta

Parque forestal, un perro, 3 gays, unas señoras, dos rubias , copita de vino, Lastarria, cine El Biógrafo, yo conocí a Jeremy Irons andando en bicicleta, era un bicicleta como de los años cincuenta, usaba una boina como señor de aristocracia romántica, y miraba insistente cuando yo me pegaba como fans a sus ojos miel.

Yo conocí a Jeremy Irons en bicicleta, estaba en medio de Santiago, daba vueltas por el barrio Lastarria y hacia círculos mientras yo me avergonzaba, sentado, mirando los árboles, contando la furia de querer decirle hola y llevármelo a mis fantasías como un camaleón de tres ojitos saltando sobre un cinerama compacto y jadeando de espaldas a su corazón

Ahí estaba Jeremy Irons, mirándome con ganas, esperando a que siguiera su bicicleta y sacando la lengua como gesto de invitación al parque verde perdido que se pierde / se pierde y se pierde de tanto miedo, y susto, y deseo, y viene alguien, y no viene nadie, y se me acaban las ganas, y se me acaban las funciones exhibicionista, para demostrarle a mi actor del teniente francés que yo puede hacerle todo un francesito labial, al costado del cielo, debajito del árbol, encima de su trajecito de turista con ganas, porque me siento indígena, marginado, adolescente pequeño, baboso, eréctil, sudoso, y romántico al extenderle mis brazos y mi cuerpo, al desmontar mis ganas generosas de llevarme para siempre a Jeremy Irons al bosque perdido de mi país frió.

Jeremy Irons, me invito de lejitos, él avanza despacio con su bicicleta y me va marcando el territorio prohibido para que yo lo siguiera, él me iba dejando miguitas de pan, para que todo Hansel boys le siguiera el recorrido perdido a sus dulces relamidos y sus chupetes de fresa que me inventaba en mi deseos irrepetibles, y es que Jeremy Irons insistio en que me fuera hasta la ultima noche oscura, y él me miraba como diciendo, que si, como diciendo que no me perdiera, y entonces insistía en mirar hacia atras para que siguiera las huellas sementales de su bicicleta.

Ahí estaba con su bicicleta encadenada al ultimo arbolito siniestro del bellas artes bosque gays, y me invitaba a sentarme en ese pedacito de tronco duro que se revolvía en mi miedo incontrolable a quererlo porno y jadearlo hombre grande, porque algo de paterno tenia ese gesto bicicleta mas frote, algo de padre rítmico y prohibido había en esa invitación de minutos frenéticos, y abrazos, y dame mas, dame menos, y viene gente, y sacatelo, y como me llamo yo, y viene gente de nuevo, el cierre, se baja el cierre, se abre el cierre, y se va la gente y entonces me sentía como una película fantástica protagonizada por mi en la escenografia cruel de un bosque a escondidas, rozándole los labios fascinante a mi Jeremy Irons del bellas artes, porque viene gente de nuevo, y entonces entre sus dos ruedas rabiosas se me pierde y me quedo mirándolo de lejitos a ver si vuelve a marcar territorio fronterizo, entre su mirada de padre incestuoso con su Hansel boys enamorado, con su fans hijastro que le encendía las iras lácteas debajito del árbol. Yo conocí a Jeremy Irons en bicicleta, y si alguien lo ve por ahí le dicen que todabia lo busco, y no lo encuentro.